Los nombres de las constelaciones
Daniel Espartaco
Para narrar las aventuras, los mitos y los andares de la infancia se requiere de cierta valentía y de una aguda destreza literaria. La literatura que se encarga de narrar los pasajes íntimos de una vida debe asumir que el lector es un extraño que debe sentirse en casa: Daniel Espartaco lo logra haciendo uso de una sencillez y claridad narrativas excepcionales.
Nancy
Bruno Lloret
Lloret, un narrador jovencísimo, entiende mejor que muchos de sus mayores la dimensión trágica de la existencia humana.
Un montón de escritura para nada
Sara Uribe
Después de Antígona González, un poemario que marcó un punto de inflexión importante en nuestras letras, la poeta presenta ahora Un montón de escritura para nada (Dharma Books, 2019): un libro desconcertante que desmitifica de una vez por todas y de tajo la figura del poeta, como vate inspirado y empoderado, y lo muestra como un trabajador más en la cadena, cercado por un sistema literario opresivo y altamente masculino.
La azotea
Fernanda Trías
El lector se encuentra con la vida de Clara, una mujer que se atrinchera en su casa con su padre, un pájaro y su pequeña hija llamada Flor. Está convencida de que el mundo exterior es una amenaza para su familia y ella debe protegerlos. Trías nos envuelve en una constante atmósfera de angustia y miedo a la invasión.
Llegada la hora
Karla Zárate
“Hay algo siniestro en cocinar para los condenados a muerte”, confiesa John Guadalupe Ontuno, protagonista de esta novela donde la pena capital, la sazón, el erotismo y el crimen celebran un maridaje tan oerturbador como apetecible. Instalado en los fogones de la prisión de Polunsky, en Texas –capital mundial de ese ojo por ojo disfrazado de justicia que son las ejecuciones–, Ontuno se adentra en el inframundo carcelario como un observador privilegiado de la condición humana –o inhuamana, según se vea.